Tiempo del análisis y Narración

Texto presentado en el coloquio "Palabra y Narración" de Dimensión Psicoanalítica el 30 de septiembre de 2023

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Estimados colegas, compañeros, amigos, maestros, egresados y estudiantes de Dimensión Psicoanalítica.  Es una gran satisfacción para mi y para mi esposa Adriana Isla, saber que este evento se lleva a cabo en la casa de Dimensión Psicoanalítica. 

Me honra poder empezarlo. El tema “narración” propuesto por la Dra. Natalia Perez Vilar ha logrado reunirnos hoy por unas horas y hemos podido constatar que hay mucho interés por el tema.

Para entrar al tema “narración y tiempo” respecto al psicoanálisis, que fue mi primera ocurrencia al recibir la invitación, se me ocurrieron estos sintagmas:  /tiempo de contar/contar el tiempo/el tiempo del cuento/el cuento del tiempo/. 

Me ocuparé del primero, del “tiempo de contar” entendido como acto de contar, narrar (er-zaehlen).  

Parece que lo que es necesario para este acto, es una voz narrativa. Según Blanchot en L’Entretien infini (1969), p. 556-567) , la voz narrativa surge del “cercle neutralisant la vie”, donde cabe una “palabra que ni esclarece ni obscurece”, palabra “sous la garde du neutre”. La voz narrativa, dice Blanchot, no puede “encarnarse”, puede tomar la voz de un personaje… o incluso crear la función híbrida de un mediador, pero no obstante será siempre diferente de lo que la profiere (profere).” Diferencia temporal entre la voz narrativa y el sujeto. Desde el punto de vista gramatical, la voz narrativa es un modo como la voz pasiva y la voz activa y quien la hace sonar está frente a la distancia entre dos puntos en el tiempo.

Postal manuscrita por Sándor Ferenczi y enviada a Sigmund Freud desde Toledo. Anverso: Casa del Greco; Reverso (texto manuscrito). (6-10-1928).

La voz narrativa es “diferencia indiferente” dice Blanchot, que “altera la voz  personal”. Me ocuparé por un momento de esta idea de la alteración de la voz personal por la voz narrativa. Me acordé de la frase de Ferenczi, dirigida a Freud al formular su demanda de análisis, “Debo contarle todo”, frase en la que se hace camino su voz, casi en un grito. Voluntad y deber en el modo de un deber primario. Safouan en su ensayo sobre Ferenczi (en su libro “El psicoanálisis, ciencia, terapia – y causa”) nos describe el proceso que condujo desde este intenso comienzo, desde la formulación de la demanda de análisis mediante la reivindicación de la voz narrativa, al “fracaso” del análisis. Fracaso probablemente fecundo para el psicoanálisis (como) lo son todos, pero grave para Ferenczi. La palabra entre los dos se había salido de su abrigo, se vio desalojada de la zona de neutro.

La palabra, al verse desalojada de la zona de neutro decae a small talk o lenguaje instrumental y en la vida cotidiana aparece entonces esto que en otro momento he intentado describir, esta modalización,  esa cada vez marcadora insistencia del  “(ya) (no) querer contar, poder contar, saber contar”. En vez de esto, la Demanda de Ferenczi reivindica un deber de contar que no puede ser definido mas que como acto de dejarse alterar por la voz narrativa. Pienso que la voz narrativa es la dimensión de la enunciación que inaugura para el sujeto la posibilidad de convertir la incompletud de lo simbólico en potencia rectora. 

La voz narrativa es el centro de atención de muchos estudios sociales que menciono por su relevancia para el psicoanálisis. Un ejemplo son las investigaciones de Carolin Emcke en los campos de prisioneros. Pone al principio un verso de Sascha Sakalow: “Bien, ¿pero con qué debe uno empezar, con cuales palabras? – No importa, empieza con las palabras.” 

Carolin Emcke, p.14 constata el horror (Schrecken) por la experiencia que rebasó la capacidad de poderla describir. Una entrevistada en un campo, le pregunto “Y usted ¿puede contar esto? “

La semiótica habla de  diégesis, esta fuerza que opera en el sujeto y lo pone a salvo de la tentación de dormir (el cuento de Las mil y una noches), haciendo posible el relato, el récit. Etimología RECITARE: citar en voz alta, leer una declaración o una regla, lo cual es relevante porque demuestra la ausencia de un recit original, de antemano se excluye la existencia de una versión original. Se trata en cambio siempre de descubrir el esquema narrativo, el cual es “ya puesto en discurso y por ende inscrito en coordenadas espacio-temporales” (Greimas/Courtes, 307).  

Sergio Larraín

Roland Barthes nos hizo ver, y en eso coinciden él y Lacan, aunque  el último con una precisión mayor, que la voz es el grano de la enunciación. ¿Por qué afirmo esto: lo mismo pero con mayor precisión en Lacan? Porque Lacan pudo situar la voz como último punto del recorrido pulsional en el cual se arma, en el interjuego entre posición objetal y función fálica, la estructura del fantasma. 

¿Cuándo puede un trozo de la cadena ser considerado una narración? Hay narraciones largas en las que funciona una compleja estructura de actantes y hay secuencias narrativas construidas con un mínimo de elementos significantes (mini-narraciones, “Pegan a un niño”). La gama abarca desde la novela familiar hasta el fantasma, el cual es, desde el punto de vista lingüístico, una mini-narración, o narración descompletada. 

La expansión y la reducción de las narraciones es un aspecto importante del análisis, lo cual es obvio. Lo que no es tan obvio es cómo podemos conjugar esta acción con el principio de apuntar al sujeto del deseo, no representable en la significación pero susceptible de ser leído en las formaciones del inconsciente. Si llevamos este procedimiento hasta cierto límite, se puede producir un pasaje a la letra, a la literalidad, a la lectura del significante desde sus componentes, es decir, en el caso de la narración, desde la estructura del agenciamiento del relato. Respecto a este pasaje a la letra, Porge dice que es el corte de las dimensiones RSI (p.151) y precisa “es decir el reposicionamiento de su articulación”. Me propongo seguir esta idea del reposicionamiento de la articulación RSI.

2. Narración y “rallonges”

Como ha sido propuesto por Dumézil/Brémond en 2010, hay tres posibles “prolongaciones” que operan en el anudamiento RSI. El término francés “rallonge” es semánticamente muy rico, es mucho mas cargado que prolongación. Significa: lo que se añade a una cosa para alargarla, siempre se trata de algo “material”: alargar ropa, aparatos (alcance), muebles (mesa): y también significa “lo que se paga o lo que se obtiene además de lo convenido”, donde la significación actual de suplemento se muestra. Los autores proponen instalar el término a) para designar la extensión hacia lo real, lo cual llamaremos ilusión. Freud: El futuro de una ilusión. b) para designar la extensión hacia lo imaginario por medio del semblante, concepto que no solo designa el “como si”, sino también la idea de la legitimación por documento (ejemplo: permiso de conducir, Fuehrerschein). c) Y la tercera extensión va hacia lo simbólico, ficción mediante. La vemos operar ya en las fantasías infantiles. 

Podemos leer estos procesos de instalación de rallonges en los siguientes relatos. El proceso psicoanalítico se orienta en toda narración por el descubrimiento del complejo juego entre ilusión, semblante y ficción que hay en ella:  

Sergio Larraín

a) En el relato del trauma, donde el discurso psicoanalítico producirá una inversión en cuanto a la prioridad temporal del evento: ya que no se trata de la adecuación de la representación a los hechos, sino del uso del relato del trauma para presentificar la castración, lo cual convoca la ficción.

b) El relato del encuentro y de la irrupción de la pulsión. Las experiencias pulsionales son representables únicamente como traumas o como mitos. El mito junta una construcción logica-necesaria (en lugar de una experiencia con lo real de la pulsión no representable) con la vivencia emocional correspondiente y lo integra al psiquismo como narración de una historia de trauma(s). (Christoph Keul, RISS 51, 2001) 

c) En la novela familiar la mixtura de ilusión, semblante y ficción que produce la trama, es siempre singular. Las novelas familiares son interminables porque,  como pensó Freud, la novela sufre restricciones. Freud hablo de una “sensible restricción” que da paso a la posibilidad de maniobrar la trama edípica de la manera siguiente: que la madre esta siendo puesta en la situación de una “geheime Untreue” o de “geheimes Liebesverhaeltnisse”. GW 7, 229.  Secret, Ge-heim, heimlich, unheimlich. Secréter- filtraje. Ejemplo Sudienausgabe 363, masochisische Phantasien mit denen sie ihren Liebesroman verhuellte”, fantasías masoquistas con las que encubría su novela de amor). Estamos en un borde, en el limite de la narración, pero cerca de lo que, sin ser narrado, constituye el punto de arrinconamiento (coincage) del sujeto en el anudamiento RSI.  

El tiempo del relato: inicio, transcurso, fin, requiere de un acercamiento con el tiempo lógico del análisis, el instante de ver (“lo que uno no ve”, dice Porge en Fondements p.159), el tiempo para comprender (“lo que uno no comprende”) y el momento de concluir (por anticipación, con precipitación). Bajo este ángulo una narración es la puesta en forma de lenguaje de este tiempo lógico. El instante de ver es un instante de inicio; el tiempo de comprender es de elaboración, su duración no es previsible y es instigada por la búsqueda y la comparación con otros, por la “sexuelle Rivalitaet”, como dice Freud, pero me gustaría darle un alcance general, mucho más allá del Edipo donde Freud lo detectó; el momento de concluir se presenta en el modo irruptivo, disruptivo, desatando la función de la prisa. 

En su propio nivel (el análisis lingüístico),es decir en tanto secuencia discursiva, la narración comparte rasgos tanto con la descripción como con la argumentación. Podemos pensar que mantenerse en el nivel de la narración es otro aspecto del trabajo de análisis; los deslices de la narración hacia la descripción (que equivale a una abolición de la distinción de aspectos)  o la argumentación (que sofoca la voz narrativa) son sucesos discursivos constantes. El desliz hacia la descripción se basa en una abolición de la accion pasada vivida como acto (predominará el imperfecto, el discurso transcurre en el modo imperfecto), mientras que la argumentación excluye por completo la vivencia ya que se basa en el juicio. 

3. Narración e “immixtion” de los sujetos

Una narración adquiere interés cuando constatamos que en ella hay  “immixtion” de los sujetos que se percibe en la voz. Una narración es entonces un punto en la cadena que se caracteriza por el hecho de que el grano de la voz se desplaza entre los hablantes: las voces se superponen y se desplazan, lo cual se manifestará en fenómenos de perturbación de la deixis pronominal. 

Sergio Larraín

Sobre este punto, este vasto campo de estudio, sólo una breve observación. La lengua dispone de signicantes para la inclusión del discurso del otro: discurso directo y discurso indirecto. Aquí está para mi el quid de la  inclusión del tema de la narración que tratamos hoy de operar; es la investigación literaria la que ha vuelto cada vez mas complejo el aspecto de la Redewiedergabe mediante el concepto de “discurso indirecto libre”, discurso en el cual la palabra del otro se integra a la enunciación propia, pero sin marcar una diferencia enunciada entre la voz del otro y la voz propia. 

Así que la narración revela ser el lugar no sólo neutro, sino también de mezcla de las voces, la narración como mezcladora de voces, razón por la cual no es para nada neutral. Damos así con el carácter infijable del UNO: habla, cuenta uno, pero en su decir están otros con sus voces. 

Una narración nos interesa sobre todo cuando leemos en su desarrollo alguna locura de las siguientes: delirio o alucinación, pasajes al acto, acting en general o  acting “out” (cuando el acto no pudo ser dominado), sin olvidar que también las lesiones psicosomáticas son locuras. Todas ellas, al convertirse en objeto de narración, marcarán el ritmo del sujeto y harán escansión.

¿Se podría decir que el fin de análisis se ubica en el punto donde se deja de escribir el diario de la singular narración que trae un sujeto a análisis? El hecho es que los análisis, si no acaban por interrupción ni se convierten en interminables, no terminan si no es por la desconstrucción de la ilusión del relato verdadero. El final solo revela la distinción entre saber y verdad. Construir un relato que pretende dar explicaciones acerca de la constitución subjetiva en el acontecer diario del tiempo del Edipo se mostró equivocado ya en el caso del Wolfsmann. El Wolfsmann sacó a Freud de la jugada armando un relato de seducción (por su hermana) que le sirvió para forcluir el nombre del padre y fue la fijeza de este relato lo que le permitió mantenerse en una posición de rechazo respecto a Freud. En su famosa entrevista con Karin Obholzer dijo respecto a la “construcción” de Freud:  “Él insiste en que yo lo vi, pero quien le garantiza  qué es verdadero? qué no es una fantasía suya? (…) Es necesario que yo vea de manera crítica al psicoanálisis, no puedo simplemente creer todo lo que dice Freud. Siempre pensé que el recuerdo vendría. Pero no ha venido.”

Y así desembocamos en este decir más allá del dicho, más allá del relato, que se trata de “transmitir” a un analizante mediante “la inaudita sorpresa que puede sentirse ante el reconocimiento enigmático de la existencia de un “decir” más allá de lo que podía ser dicho.” (Didier Weill)

Bibliografía:

Claude Dumézil, Bernard Brémond, L’invention du psychanalyste. Le trait du cas. Eres 2010

Eric Porge, Des fondements de la clinique psychanalytique. Eres 2008

Guy Le Gaufey, El caso en psicoanálisis. Ensayo de epistemología clínica. Ediciones literales 2021 

Karin Obholzer, Gespraeche mit dem Wolfsmann. Eine Psychoanalyse und die Folgen. Rowohlt 1980

Alain Didier-Weill et Moustapha Safouan, ed., Travailler avec Lacan. Flammarion/Aubier 2008 

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