El amor Borges, en su lectura del Dante 

   (“quel piegare è amor” Purgatorio XVIII, 26) 

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En dos de los titulados “Nueve ensayos dantescos”:  “El encuentro en un sueño” y “La última sonrisa de Beatriz” Borges arriesga su opinión frente a diversas interpretaciones sobre el significado de lo que llama “los versos más patéticos que la literatura ha alcanzado: los incluye el Canto XXXI del Paraíso…la trágica sustancia que encierran, pertenece más que a la obra, al autor de la obra, más que a Dante protagonista, a Dante redactor e inventor” 

Tal fue mi ruego; y ella, tan lejana

en apariencia, me miró sonriendo;

se volvió luego hacia la fuente eterna” 93

Va más allá del sentido alegórico, interpretaciones atendibles lógicamente, no poéticamente: Surge Beatriz y desaparece Virgilio, porque Virgilio es la razón y Beatriz, la fe. 

Se trata, claro está, de una conjetura; en pocas palabras lo indicaré“.

Enamorarse es crear una religión cuyo dios es falible. Dante profesó por Beatriz una adoración idolátrica es una verdad…También que ella una vez se burló de él y otra lo desairó…

Beatriz cuya mirada solía colmarlo de intolerable beatitud, Beatriz que solía vestirse de rojo…Beatriz que una vez le negó el saludo, Beatriz, que murió a los veinticuatro años, Beatriz de Folco Portinari, que se casó con Bardi…

Dante, muerta Beatriz, perdida para siempre Beatriz, jugó con la ficción de encontrarla, para mitigar su tristeza; yo tengo para mí que edificó la triple arquitectura de su poema para intercalar ese encuentro.

Negado para siempre por Beatriz, soñó con Beatriz, pero la soñó severísima, pero la soñó inaccesible. Yo sospecho que Dante edificó el mejor libro que la literatura ha alcanzado para intercalar algunos encuentros con la irrecuperable Beatriz…una sonrisa y una voz, que él sabe pérdidas, son lo fundamental”

¿No es esta conjetura borgeana solidaria de aquella que sostiene que el origen del canto y la poesía es el diálogo con lo perdido, irremediablemente? Una sonrisa, una voz, perdidas… 

 Orfeo y su fallido intento de volver a traer a la vida, desafiando la muerte, solo le resta cantar.  Ser, porque canta.

Y de su paradoja: perdido al cantarlo, al hacerlo poesía, al contarlo. 

El canto del Paraíso que Dante, autor, se reserva para el encuentro.

Diferente lugar de encuentro con Beatrice, el que Dante autor, otorga al Dante protagonista: en el Más Allá. 

Con Dios. Con Aquel que ve la historia contingente del mundo en el que todos los tiempos son presente. Simultaneidad fuera del tiempo visto desde Dios. La eternidad. 

“…colá dove gioir s’insempra” “…allí donde el placer se ensiempra”

Diferente también,  a la eternidad del Infierno que Dante ordenó, en el Canto V, para Francesca y Paolo, quienes cedieron a la lujuria del cuerpo, leyendo primero, imitando luego el beso de Lancelot y Ginebra. Desde ese día no leyeron nunca más. 

Ahí es donde Dante, al escuchar el relato de Francesca, cuenta: 

“perdí el sentido como si muriera,

y caí como cuerpo mueto cae”

“E caddi come corpo morto cade”

Pierde su cuerpo, es siderado, tocado por una verdad.

Esos encuentros de lo irrecuperable, que Dante intercala a lo largo de la Comedia,  se dan también, allí donde son clasificados como faltas, como pecados. De los pecados de amor por mal objeto

Los envidiosos que no ven bien (in videre) el bien del prójimo. O la considerada cupiditas, la codicia de no compartir bienes ya que pierden, al compartir, valor. Pecados de mal objeto.

Esos encuentros también se producen como teoría, y doctrina. En los diálogos de Dante con su maestro y guía, por ejemplo en Purgatorio XVIII, donde lo interroga, sobre ¿Qué es el amor, que según tu explicación  es semilla de toda virtud y toda falta? 

Transcribimos a continuación la traducción, notas  y comentarios de Claudia Fernández Speier, de la Divina Comedia*.

Virgilio responde mirando a los ojos a Dante, gesto que señala la importancia doble que tiene la mirada, tanto en el erotismo como en el conocimiento, y que en su explicación unirá ambos temas.

Comienza la exposición sobre el amor como un complemento simétrico del discurso sobre la libertad del Canto XVI:  la libertad que según Virgilio interviene también en el proceso erótico.

Desde la primera atracción instintiva del sujeto hacia un objeto externo, movimiento común a todos los animales: 

“El ánimo, que puesto a amar se crea,

se mueve a toda cosa que le place,

“De un ser real extrae la aprensiva

apenas el placer lo vuelve acto”. 21

una imagen, y adentro la despliega,

y hace volver el ánimo hacia ella” 24

Como en el acto de conocer, que en estas primeras fases es común al acto del amor, la facultad aprensiva, que elabora las imágenes a partir de lo que perciben los sentidos, forma una representación intelectual (imagen) a partir de un objeto (ser) real, y la despliega dentro del ánimo, que se inclina hacia ella.

y así vuelto a ella, a ella se pliega

tal plegarse es amor, naturaleza

que en ustedes por placer se une de nuevo. 27

En una tercera fase, que como se verá es aquella en la que interviene la razón, el ánimo puede plegarse  hacia esa imagen: allí nace el amor, cuyo placer se va renovando cíclicamente (de nuevo)

Después, como va el fuego hacia lo alto

por su forma que nació para subir

hacia donde más dura su materia, 30

el ánimo tomado entra en deseo,

que es movimiento espiritual, y sólo

reposa al disfrutar la cosa amada. 33

Como el  fuego, que por su propia esencia tiende hacia lo alto, el ánimo comienza a desear unirse con el objeto amado, hasta que reposa uniéndose con él.

Ahora tú puedes ver cuánto se esconde

la verdad a la gente que cree cierto

que es todo amor cosa loable, 36

tal vez porque ellos ven que su materia

es siempre buena; mas no todo sello

es bueno, aunque buena sea la cera. 39

Así como la cera (la materia) es determinada por la forma (el sello) del mismo modo el amor, cuando es potencia, es siempre bueno, pero al volverse acto puede ser bueno o malo, según el objeto.

“Tu discurso y mi ingenio que lo sigue,

le respondí, el amor me han descubierto,

por eso me he llenado de más dudas; 42

pues si amor desde afuera se nos da

y el alma no va a él con otro pie,

ir derecha o torcida no es su mérito”. 45

Luego de la explicación que da Virgilio, Dante plantea una nueva duda: si el amor nace de un estímulo externo que da placer  (desde afuera se nos da) y el alma se inclina hacia ese objeto instin-tivamente (no va a él con otro pie) ¿Por qué el ser humano tiene responsabilidad al seguirlo? (ir derecha o torcida no es su mérito)

Y Virgilio le advierte, responderá desde la razón natural, y que Beatrice lo hará desde la fe.

“Toda forma sustancial, que separada

está de la materia y a ella unida,

específica virtud en sí contiene, 51

la cual no se percibe si no opera,

y si no es por su efecto no se muestra,

como por verdes frondas vida en planta” 54

A diferencia de los demás animales , que solo tienen materia, el hombre tiene un alma racional (forma sustancial) que se una a la materia siendo distinta de ella; en el alma racional hay una potencia (virtud) específica (el conocimiento), que no puede conocerse sino a través de sus operaciones (efecto), que la vuelven acto, es decir cuando conoce efectivamente algo.

“De dónde vienen no se sabe pues el hombre

el primer conocimiento y el afecto

de ideas y primeros apetitos 57

de ustedes, como el que hace a las abejas

hacer la miel; y este primer deseo

no merece alabanzas ni censuras” 60

Dado que la capacidad de conocer sólo se manifiesta a través de su operación, el hombre no sabe de dónde le vienen los primeros pensamientos e inclinaciones, que son instintivos como la inclinación de las abejas a hacer la miel, no implican responsabilidad que merezca alabanzas ni censuras.

Pero para que se realice lo descrito en los versos 25-27, es decir para que todos los deseos (el resto) se unan a este, es necesario que la razón innata (la facultad que juzga) apruebe el plegarse hacia esa imagen, filtrándola o conservándola,  según merezca o no, ser amada. Dada esta participación de la voluntad, el  amor puede ser o no meritorio. El término vagliare (traducido como filtrar) significa separar el grano bueno de las impurezas.”  

¿Nuestra hipótesis? Paradoja, aquella en la que coinciden Borges y Dante. El encuentro es posible por gracia de la letra. 

Para Borges en su conjetura sobre el motivo que llevó a Dante Alighieri a escribir esa obra que aún perdura: recuperar a Beatrice. Dante en ese plegarse produce la Divina Comedia.

Para el Dante autor, Beatrice de Folco Portinari, esa dama que encuentra en el más allá, es símbolo. De la Fé, de la Teología, ¿de La Mujer? que lo guía a lo Eterno.

Para Dante, protagonista y testigo en el Canto V del Infierno, del relato de  Francesca que confiesa sin arrepentimiento ese amor consumado con Paolo, ahí, Dante se desmaya, pierde el sentido, no hay plegarse posible.

Para Dante, protagonista, Francesca es una mujer, que además de leer, lo hace por placer, y sin más allá, responde a la llamada del amor. Acto que la condena.

Y ahí, Dante comprende:  “E caddi come corpo morto cade.” 

Adolfo Bergerot

Buenos Aires, marzo 2024

                                                                                                       

*La Divina Comedia. Dante Alighieri Volumen II Purgatorio XVIII. Edición Bilingüe Traducción de Claudia Fernandez Speier

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