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ENTRE BORGES Y FREUD: LO RE-SUSCITADO (II)

28 minutos de lectura

Digamos que no tiene comienzo el mar

Empieza donde lo hallas por vez primera

y te sale al encuentro por todas partes 

José Emilio Pacheco

Propongo algunos puntos para el diálogo del Psicoanálisis con Borges:

Borges “empieza por donde lo hallas por vez primera y luego te sale al encuentro por todas partes”. Es muy difícil estar en el mar de Borges (sus libros son “ejes de innumerables relaciones”) y decidir cuáles textos pescar. Tendremos presentes algunos libros que Borges amó desde su infancia y que hacen intertexto en sus relatos: La Ilíada, La Odisea, Las mil y una noches y La Divina Comedia, a la vez que algunos pasajes de sus escritos El sueño de Coleridge, Las siete noches, El jardín de los senderos que se bifurcan,El Aleph y especialmente El inmortal. 

  1. Los que sueñan
  2. Pesadilla y tiempo 
  3. -¿Quién eres? -Nadie

I Los que sueñan 

…Yo dormiré en la Mano que quiebra los relojes…

Detrás de mí tan sólo las memorias borradas

 de mi sueño nací. Mi sueño me sostiene

            Rosario Castellanos 

Comienzo para dar el tono, con un cuento de Las mil y una noches que Borges relata en una conferencia (una de sus siete noches) y que lleva por título “Los dos que soñaron”:

… Un habitante de El Cairo sueña que una voz le ordena en sueños que vaya a la ciudad de Isfaján, en Persia, donde lo aguarda un tesoro. Afronta el largo y peligroso viaje y en Isfaján, agotado, se tiende en el patio de una mezquita a descansar. Sin saberlo, está entre ladrones. Los arrestan a todos y el cadí le pregunta por qué ha llegado hasta la ciudad. El egipcio se lo cuenta. El cadí se ríe hasta mostrar las muelas y le dice: «Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en El Cairo en cuyo fondo hay un jardín y en el jardín un reloj de sol y luego una fuente y una higuera y bajo la fuente está un tesoro. Jamás he dado el menor crédito a esa mentira. Que no te vuelva a ver por Isfaján. Toma esta moneda y vete». El otro se vuelve a El Cairo: ha reconocido en el sueño del cadí su propia casa. Cava bajo la fuente y encuentra el tesoro.

Borges mismo apunta una interpretación: era necesario el viaje para encontrar el tesoro que estaba en la propia casa. Hay ciertos viajes de los que sólo a la vuelta se comienza a saber, diría María Zambrano

Pero si el viaje es posible -y esto es freudiano- es porque hizo caso a su sueño dos veces: al inicio y como defensa frente al juez. Es necesario que alguien escuche para relatar un sueño y que le dé importancia aunque parezca risible, absurdo, disparatado o angustioso al punto de verle las muelas al que escucha cuando se carcajea. 

El juez ríe, diríamos que le da mucho gusto. Al final el egipcio podrá responder: el gusto es mío pues por fortuna para nuestro soñante, el cadí detiene su risa para decirle que él también sueña pero sin atesorar ese suceso como enigma, pero logra encaminarlo hacia el retorno. 

No es poca cosa que al estar buscando el brillante tesoro, el protagonista se tope con un juez que lo toma al principio por ladrón. A modo figurado situamos ahí una fantasía (fantasme), la cual el sujeto atraviesa diciendo soy un soñante no un ladrón, saliendo así del falso lugar, del atolladero y de los azotes. 

Sugerimos está distinción partiendo de la premisa de que en la fantasía el acento recae en el déficit del sujeto (un ladrón que merece castigo, que se hace castigar), mientras que en el sueño se destaca el objeto (a), el tesoro buscado. 

El señor de El Cairo guarda silencio, ya no intenta convencer al juez de que se trata de su casa, de que están conectados ó de que son iguales. Su silencio, como cuando se termina lo que se tiene para decirle a un psicoanalista, indica el fin de la función del cadí. El tesoro le es propio al sujeto a la vuelta del cruce de fronteras: ¡tómelo que es suyo!

Un analista escucharía asumiendo que no son dos los soñantes sino que sueña uno y tras ese que sueña está la pregunta sobre el tesoro: ¿qué es ese tesoro?, ¿qué es ese significante del Otro que se aloja en mi? 

Al final de cuentas, del dichoso tesoro no sabemos mucho: qué contiene, si es grande o pequeño, etc., sólo queda como el resultado o producto de lo onírico, la aventura, el relato y el encuentro con un nuevo sentido. 

El habitante de las mil y una noches vuelve, así, a una casa re-suscitada. 

Los sueños son tema recurrente en Borges, puede seguirse la pista y ver cómo los recolecta, los escribe, los analiza, les dedica libros y conferencias. Los motivos son tanto la creación o revelación onírica, como el acontecimiento de humanos que se sueñan unos a otros así como los efectos de un sueño en la vida despierta. La relación entre sueño, vigilia, transmisión y verdad, se ponen en tensión en su obra. 
Nuestro autor, dedica un pequeño texto al poema Kubla Khan del poeta inglés Coleridge (s. XVIII) a quien el poema le fue dictado en un sueño de opio. Ahí se describe una ciudad con un palacio de recreo y un río sagrado.

En Xanadú, Kubla Khan

se hizo construir un espléndido palacio de recreo:

allí donde el Alfa, el río sagrado, corría

por cavernas inmensurables para el hombre,

hacia un mar sin sol.…

A Borges lo interesa particularmente la noticia de que esta ciudad descrita en el poema, a su vez fue soñada por un emperador mongol en el siglo XIII antes de construirla. Esta traslación de una ciudad soñada en épocas alejadas en tiempo y espacio por dos soñantes tan distintos, lo hace reconocer un mensaje o propósito inmortal (más allá de lo individual). 

El primer sueño agregó a la realidad un palacio; el segundo, que se produjo cinco siglos después, un poema sugerido por el palacio; la similitud de los sueños deja entrever un plan; el período enorme revela un ejecutor sobrehumano. Indagar el propósito de ese inmortal o de ese longevo sería, tal vez, no menos atrevido que inútil, pero es lícito sospechar que no lo ha logrado. En 1691, el P. Gerbillon, de la Compañía de Jesús, comprobó que del palacio de Kubla Khan sólo quedaban ruinas; del poema nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos. Tales hechos permiten conjeturar que la serie de sueños y de trabajos no ha tocado a su fin. Al primer soñador le fue deparada en la noche la visión del palacio y lo construyó; al segundo, que no supo del sueño del anterior, el poema sobre el palacio. Si no marra el esquema, alguien, en una noche de la que nos apartan los siglos, soñará el mismo sueño y no sospechará que otros lo soñaron y le dará la forma de un mármol o de una música. Quizá la serie de los sueños no tenga fin, quizá la clave esté en el último..

Esto recuerda la afirmación de Levi Strauss de que los mitos se comunican entre sí por medio de los humanos sin que estos se den cuenta. Debemos resaltar el hecho de que los mitos introducen re-escrituras a veces en sociedades alejadas en tiempo y espacio. Así, Borges pesca algo no logrado y relanzado, algo por re-crearse, por re-leerse o re-suscitarse entre los humanos. Un acto inmortal común del que cualquiera puede participar siendo mortal.”.

Para Borges el sueño no solamente es el sueño de un inmortal sino que es una obra de ficción que continúa al despertar. Es decir hay un continuo y ese es uno de los modos en que Borges juega con el infinito. 

Por nuestra parte, sostenemos que desconocer la diferencia entre sueño, fantasía y vigilia puede tener cierto arriesgue subjetivo (un pasaje al acto por ejemplo ). Es la interpretación la que marca una des-coincidencia, la que hará posible un cambio de sentido, un acto nuevo deseante como efecto de un sueño y su interpretación. 

Las mil y una noches.

Otras veces, en un psicoanálisis, un sueño interpretado muestra una verdad aparentemente más reducida, sin palacios ni romanticismo: un sueño puede indicar simplemente la articulación significante de la falta de objeto, de lo perdido en el origen, de lo que no se puede reconstruir. Das ist nicht mehr zu haben (Eso ya no está disponible, ya no lo hay) es la frase de un sueño de una paciente de Freud después que él le explicara que tras la amnesia infantil hay cosas irrecuperables. Poder formular una cosa como perdida durante un psicoanálisis, es ya una posición nueva: el Otro no lo tiene todo. 

Sin embargo, un punto en común es que tanto en Borges como en Freud situamos que el sueño resuena en un hacer creativo posterior al despertar y tras leerse, escribirse, construirse…

II Pesadilla y tiempo

Yo diría que tengo dos pesadillas que pueden llegar a confundirse. Tengo la pesadilla del laberinto (…) Mi otra pesadilla es la del espejo. No son distintas, ya que bastan dos espejos opuestos para construir un laberinto… infinito. 

J.L. Borges / Conferencia sobre La pesadilla

y a Argos le arrebató el destino de la negra muerte al ver a Odiseo después de veinte años 

La Odisea, canto XVII

En el cuento de El Inmortal entramos a la pesadilla. Coleridge el romántico inglés, sueña con una ciudad imperial, paradisíaca y bella con una mujer cantando, en donde sin embargo se alcanzan a oír tambores de guerra. Borges se hace cargo de seguir ese hilo.

La épica da cuenta precisa de cómo se aspiraba a la inmortalidad con hazañas de guerrero: la “gloria imperecedera”. Nuestro personaje declara que no ha tenido gloria como tribuno y es quizás por eso que el jinete del oriente inyecta de modo eficaz la noticia sobre un río secreto que purifica de la muerte a los hombres.

Atrapado entre la locura, la muerte, la traición y los motines Rufo solo y herido de un flechazo (una flecha cretense me laceró) cae y bebe por accidente del río que lo lleva a la pesadilla del tiempo infinito o del no-tiempo.

Esa inmortalidad que describe Borges es impura, grotesca, repulsiva, angustiosa. En la inmortalidad borgiana no hay honor. Se vive en el pensamiento sin voluntad o juicio; no hay labor, acción ni trabajo. Todo da igual. Hay un infinito que excluye la ética. Bien vale la pena retomar la articulación tiempo, espacio y ética. Por ejemplo en El jardín de los senderos que se bifurcan: para Yu Tsun (el personaje principal) si todos los escenarios posibles están ocurriendo al mismo tiempo, entonces da igual lo él haga; Sería como pensar: lo puedo matar (a Stephen Albert) porque en otro lado no lo estoy matando. Si todo es posible, si todo está ya escrito de antemano, ¿da igual lo que uno haga? 

Si todo da igual, conjeturamos que no habrá tampoco asombro, sexo, fecundidad, edipo, represión, amor, amistad, goce o deseo en la ciudad de los Inmortales. 

El personaje entra en un mundo onírico negro. Y nos describe la pesadilla de una ciudad hecha por dioses muertos o locos, interminable, atroz, insensata, (de íncubos o súcubos quizás). 

Ricardo Saiegh retoma al Lacan del 76 y se pregunta por el tránsito de la pesadilla al sueño. ¿Cómo es que ocurre? Si la pesadilla es uno más de los encuentros traumáticos con lo real, ¿cómo se transforma en llamados a metaforizar un goce excedido? Lo cito: 

Si conjeturamos que allí se evidencia la presencia del Otro no dialectizado -pesado- cabe interrogar la secuencia opresión-miedo-parálisis y suponer que la detención del tiempo también paraliza al Otro y lo hace pesadillesco. Supongo que el horror al acto expresa la incertidumbre por desconocer de antemano si es una incitación a un terrible pasaje al acto, si es la escenografía de una actuación o es la convocatoria que requiere transitar por el desfiladero del goce y el significante.

La angustia de la pesadilla puede abrir una salida ética-clínica. Rufo entra a una cámara circular de nueve puertas que hacen alusión a los agujeros del cuerpo (tomo la idea de Adolfo Bergerot). Los orificios del cuerpo propician el trayecto de la pulsión, es decir se vive la fortuna de no ser un imbunche. Y se asoma el eco en el cuerpo de que habrá un decir.

Rufo logra salir del sótano, quizás porque sabía que no estaba del todo solo. Lo esperaba un hombre de la tribu (que lo seguía como un perro) en la boca de la cueva. 

El cuerpo soñado hace de sostén de la escritura y es por eso que le llama la atención los trazos que el troglodita dibuja y borra en la arena. Sabemos que el sujeto no está en el trazo sino en el trazo borrado. Ahí, como en los cuentos de encantamientos el troglodita se transforma en Argos y luego en Ulises quien ahora puede dar testimonio de su propio paso por la pesadilla. Se inaugura el tiempo del relato y entonces… Llueve. La fantasía es un lugar en el que llueve.

Cuando relatamos un sueño le convidamos a otro nuestra apetencia indestructible y entonces llueven escenas que se derivan de la primera acontecida en el sueño. Proliferan en estampida las escenas y escenarios. Para Borges una y mil noches de cuentos, para los analizantes, la producción deseante en enjambre.

III. -¿Quién eres? – Nadie

I’m Nobody! Who are you?

Then there’s a pair of us!

Are you -Nobody- too?

Don’t tell! They’d advertise- you know!

How dreary -to be- Somebody!

How public -like a Frog-

To tell one’s name -the livelong June-

To an admiring Bog!

 Emily Dickinson

La odisea es el viaje de un hombre para encontrar su hogar dijo el paciente psiquiátrico que nos contó Liliana Donzis. ¿Dónde será eso de “su hogar”? Si es donde te reconoce tu perro ¡qué fortuna! (se dice que Freud sufría al final de su vida porque su perro amado ya no quería estar con él, el olor de la enfermedad era así de terrible) 

¿Dónde está la casa propia? En La lengua materna, responde Hannah Arendt, la única en la que uno se siente capaz de inventar libremente porque detrás de ella están los poetas, los dichos y las canciones primeras. La infancia en ese sentido es irrepetible. El deseo de volver a casa, es volver a lo que te permite crear. 

En el último capítulo del cuento de El Inmortal aparece lo que es la casa de Borges, lo que le viene de memorias, de novela familiar: la aventura y la escritura. Ahí está su casa, donde dice: He sido Homero; en breve seré Nadie como Ulises; en breve, seré todos: estaré muerto.

Puntuando esta frase podemos pensarla del modo siguiente: 
He sido Homero: es decir, todos los griegos o todos los hablantes que se reúnen a contar y escuchar historias y luego transmitir una y otra vez los cantos que hablan de la condición humana: El deseo es deseo de transmitir, de compartir pues “el gozar del bien y de la belleza es vida, es bondad, es serenidad y es pasión”. Borges mismo es un gran profesor, inspirador del asombro para ponerse a buscar, alegrarse y hacer un seminario de Relatos y Retazos del Psicoanálisis (por ejemplo). Es un poco supervisor también:

Un paciente adolescente me contó que le gustan las historias de monstruos; pensando en Borges le dije: “¿sabías que antes la palabra monstruo quería decir que algo merecía ser mostrado, visto, que apareciera?”, me contestó que en algún cuento si dices correctamente el nombre de las cosas, puedes realmente verlas y hacer algo con ellas: “si logras decir el nombre verdadero del viento, puedes mover el viento” (la eficacia simbólica, lo performativo, el nudo)…

Seré Nadie: Ese es el nombre (Nadie) que el astuto Ulises se pone frente al cíclope Polifemo, hijo de Poseidón, que pretendía comérselo. Acorralado inventa esa treta y cuando por la noche él y sus compañeros dejan ciego a Polifemo destrozando su ojo con una lanza, los demás cíclopes no acuden a la pelea pues lo escuchan gritar de dolor diciendo: “Nadie me ha hecho daño”, “Nadie me dejó ciego”… es un juego, una broma, un cuento, pero que da por resultado salvarse de la pasión que tiene el Otro devorador, no dialectizado y de pesadilla. 

Seré Todos, estaré muerto: Se trata de la asunción del trazo de la propia finitud y la de los amados. Tal como aquel Juan Preciado que se percata de que es uno entre otros (muertos). Dice Borges: La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos se conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio…

Un gran peso y al mismo tiempo un alivio ser mortal, estar en casa, tener que jugársela de vez en cuando y sobre todo no estar solo en ello (Are you -Nobody- too?). 

En el fin de los días, quizás atesoremos lo recibido como una caridad: algunas palabras y textos vivos, re-suscitados, más allá de nosotros.

PD 1: Agradezco a Nacho Anasagasti el regalo de la princesa: gracias a él ahora veo con claridad que al inicio del cuento aparece una princesa que adquiere la Ilíada y el manuscrito secreto de las manos de Cartaphilus. A decir de Lacan algo de lo femenino se relaciona con algún hueco apto para recibir los “goces amigos de la vida”.

PD 2: Agradezco a Remedios, además de las muchas horas de trabajo compartido, el haber hecho la broma de decirme cómo se nombraría al personaje estando en confianza: “Cartaphilus, es Carta para los amigos”. Se trata en verdad de un hallazgo de su chiste. Una Carta que es recibida por una mujer y llega a su destino en amistad. 

PD 3: Hay muchos “Nadies” pendientes de trabajar junto con Borges y Freud: El indio de la película de Jim Jaramush “Hombre muerto” y El Lenin de la película “La mirada de Ulises” de Angelopolous entre otros. Quizás después lo haga. Ese proyecto Yacerá o Ya será. No se sabe todavía. 

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